
Es un error creer que el silencio es algo externo que puede ser percibido y que la atención a dicho silencio despierta una dimensión interna de quietud. Sin embargo, hay una confusión sutil en esta formulación: la idea de que la quietud es algo que se despierta o se alcanza mediante un objeto de percepción (el silencio externo).
Lo que realmente es no depende de la percepción ni de un estado particular de la mente. La quietud no es algo que surja al escuchar el silencio, sino que es la realidad fundamental que permanece inalterada, incluso cuando hay ruido. La atención a un fenómeno externo, como el silencio, puede temporalmente apaciguar la actividad mental, pero eso no significa que la naturaleza esencial de la conciencia necesite un estímulo externo para ser reconocida.
La afirmación también sugiere que, en el momento de darse cuenta del silencio, "no se está pensando". Sin embargo, el acto mismo de "darse cuenta" todavía implica un sujeto que percibe un objeto (el silencio), lo que refuerza la separación entre el observador y lo observado. La conciencia no está ligada a la presencia o ausencia de pensamientos. Tanto el pensamiento como su ausencia aparecen dentro de lo que realmente es, pero no lo afectan.
La verdadera quietud no depende de la ausencia de ruido ni de la atención a un fenómeno particular. Es la base inmutable en la que surgen tanto el sonido como el silencio, tanto el pensamiento como su ausencia.
MATAR LA MUERTE: 100 Breves Lecciones de Pensamiento No-dual (DESPERTAR DE LA CONCIENCIA nº 5) (Spanish Edition)
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