
La muerte no puede entenderse simplemente como la disolución de una forma, porque esa concepción depende de la idea de que la forma es lo que define nuestra existencia. La muerte es vista como el final de algo, pero esta idea está basada en la identificación con lo transitorio, como el cuerpo o la mente, que son solo manifestaciones temporales. Lo que realmente somos no es una forma finita, sino algo que es eterno y siempre presente.
La creencia en la muerte como un fin refleja una visión limitada, que no tiene en cuenta que la verdadera esencia de lo que somos no está sujeta a la transformación o el desgaste de las formas. Cuando se habla de que el "yo" que cree ser, también es ilusorio, se hace referencia a la idea de un "yo" separado, que es solo una construcción de la mente. Este "yo" que experimenta la vida y la muerte es un concepto mental, no una verdad fundamental.
La muerte, en este sentido, no es un evento que ocurre a algo real, sino que es un concepto que solo tiene sentido dentro del marco de lo temporal y lo limitado. Lo que somos está más allá de esos límites, y no se ve afectado por la desaparición de la forma. Por tanto, tanto la muerte como la idea de un "yo" separado son interpretaciones de la mente, no experiencias que tocan la realidad última de nuestra existencia.
MATAR LA MUERTE: 100 Breves Lecciones de Pensamiento No-dual (DESPERTAR DE LA CONCIENCIA nº 5) (Spanish Edition) https://a.co/d/h3qv6xi
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